LOS TICS MOTORES

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LOS TICS MOTORES

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LOS TICS MOTORES

Los tics son un trastorno de tipo psicomotor que se produce cuando los/as niños/as pierden fácilmente el control voluntario de sus movimientos. Son provocados por alguna causa externa o por una idea, pero la repetición hace que se convierta en algo habitual de manera que se produce una reproducción involuntaria sin causa ni fin. Además, los tics varían en su forma, intensidad y frecuencia.

 

Los tics suelen aparecer entre los 6 y los 12 años y son más frecuentes en los niños que en las niñas. Los más frecuentes son:

-La cara: parpadear, torcer la cabeza, torcer la boca, guiñar…

-Brazos y piernas: estirar un brazo o pierna repetidamente, saltar, girar sobre sí mismo…

 

El primer paso para saber si hay que intervenir en este tipo de problemas es conocer hasta qué punto los tics interfieren en la vida familiar, social y/o escolar de nuestro niño/a. Cuando la presencia de éstos empieza a convertirse en un motivo para el estigma o exclusión social deberíamos pensar en recurrir a tratamientos farmacológicos o psicoterapéuticos, pero no hay que olvidar que los tics suelen aparecer ligados a trastornos emocionales y/o conductuales.

 

Los/as niños/as hasta los 5 años pueden tener tics puntuales que no van a seguir avanzando y se mantienen estables durante 3 a 6 meses, mostrando siempre el mismo tipo de movimiento. Son tics crónicos simples que no son determinantes. Suelen aparecer a los 3 años y hasta los 11 pueden surgir por temporadas.

 

También existen otros tics que surgen a partir de los 4 años, aunque es más frecuente entre los 6 y 8 años y son un conjunto de tics más complicados, conocidos como Síndrome de Tourette. Este síndrome es más frecuente en niños que en niñas y puede intervenir gravemente en la vida de diaria del/de la niño/a.

 

Otros aspectos que influyen en la manifestación de los tics, en ocasiones, son los factores medioambientales. Para ello, es conveniente que los papás y mamás estén atentos a estímulos externos de diferente tipo tales como: táctiles, auditivos o visuales ya que pueden actuar como desencadenantes de los tics, o incluso, agravarlos. Por ejemplo: el estrés, la ansiedad, la fatiga, la falta de sueño, el aburrimiento, o incluso el efecto de algunos fármacos sobre el sistema nervioso.

 

Además, las familias deben saber que en la actualidad no existen tratamientos curativos que produzcan la eliminación total de los tics, sino que los palian hasta tal punto que reducen su impacto en el día a día.

 

El tratamiento o terapia suele iniciarse con técnicas conductuales clásicas que ayudan a revertir el hábito a través de acciones voluntarias, o bien, favoreciendo una exposición al tic de forma que se logre un entrenamiento sobre la inhibición del impulso.

 

Algunos consejos u orientaciones para las familias son:

-No referir expresiones que exijan el echo de quedarse quieto o no molestar.

-No burlarse, ni propiciar ofensas.

-Permitir que nuestro peque pueda estar un rato a solas para que se tranquilice, evitando que relacione este hecho como un castigo.

-Propiciar actividades de tipo deportivo y recreativo que sean de su interés.

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